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Corre el año 1984, pero la historia se ha torcido hasta convertirse en algo irreconocible bajo el dominio de la Corporación Leviatán. Su promesa de una utopía perfecta oculta un imperio de vigilancia, estratificación y control. En esta realidad fracturada, cada pensamiento es vigilado, cada elección escudriñada y cada recuerdo encierra el peso de la sospecha.
Juegas como Daniel McGovern, un agente itinerante de la Oficina del Pensamiento, cuyo deber es atravesar el velo de la conciencia humana. A través de las mentes de los sospechosos, cribas recuerdos distorsionados, reconstruyes fragmentos de su pasado e interrogas las verdades que preferirían mantener ocultas. Sin embargo, la memoria no es un testigo neutral, sino que se doblega, engaña y consume. Cuanto más se adentra en la psique humana, más difícil resulta separar los hechos de los engaños, la justicia de la obediencia, o incluso a uno mismo de las sombras que persigue.
KARMA: The Dark World es una meditación sobre la fragilidad de la identidad. El amor, la pérdida, la traición y los lazos familiares resuenan en paisajes oníricos cambiantes, arrastrándote a preguntas que desafían las respuestas claras. ¿Somos dueños de nuestros recuerdos o los moldean fuerzas que nos superan? Cuando la verdad en sí misma no es fiable, ¿puede existir realmente la justicia? Cada decisión que tomas te acerca a revelaciones que amenazan no sólo los casos que tienes ante ti, sino los cimientos mismos del mundo que Leviatán ha construido.
El diseño visual y auditivo del juego acentúa esta inquietud. Construidos con el motor Unreal Engine 5, sus entornos oscilan entre la realidad y la pesadilla, con pasillos poco iluminados que colapsan hasta convertirse en paisajes surrealistas donde el tiempo y el espacio ya no obedecen a la lógica. Las interpretaciones con captura de movimiento aportan una inquietante humanidad a cada interacción, mientras que una inquietante partitura reverbera a través de Dolby Atmos, arrastrándote aún más a un estado de tensión en el que el silencio pesa tanto como el sonido.
KARMA: The Dark World no trata sólo de resolver crímenes, sino de enfrentarse a los límites de la percepción y entregarse a lo desconocido. Se trata de adentrarse en un lugar donde el orden disfraza el caos, donde la verdad se disuelve en la memoria y donde los mayores misterios no están en los demás, sino en uno mismo.